En el corazón de la comunidad, el grupo Caña Dulce se ha convertido en un símbolo de amor y dedicación hacia las tradiciones culturales. Pertenecer a esta agrupación no es solo una actividad recreativa; es una experiencia que involucra la enseñanza y el aprendizaje de las costumbres heredadas de nuestros ancestros. Según un entusiasta miembro del grupo, “aquí nos enseñan muchas cosas y es súper fantástico, porque no solo es pertenecer, sino adueñarnos de las tradiciones”.
El vínculo con la danza y la cultura comenzó para muchos desde una edad temprana. Uno de los jóvenes integrantes compartió su experiencia, recordando que su padre lo traía a las actividades del grupo, lo que despertó su interés. “Al final me terminó gustando y me metí”, afirmó. Esta conexión con la danza y el deseo de aprender son aspectos fundamentales que atraen a los nuevos miembros.
La pasión por la danza se mezcla con el deseo de compartir y aprender en comunidad. Los miembros de Caña Dulce no solo disfrutan de la danza, sino que también valoran la oportunidad de viajar y conocer diferentes lugares. “Hemos conocido varios lugares, y eso nos gusta mucho”, comentaron. Las actividades del grupo incluyen presentaciones y ensayos que permiten a los participantes disfrutar de la danza mientras hacen nuevos amigos y enriquecen su conocimiento cultural.
El apoyo familiar también juega un papel importante en la decisión de unirse a Caña Dulce. Un joven miembro relató cómo su hermano mayor lo animó a involucrarse. “Un día me decidí a meter y ya lo estoy disfrutando. Estoy aprendiendo y expresándome con otras personas”, aseguró. Esta inclusión no solo fomenta el crecimiento personal, sino que también invita a otros a sumarse a la rica cultura que el grupo promueve.
Caña Dulce no solo se dedica a enseñar danza; también se compromete a ayudar a aquellos que recién comienzan en este viaje cultural. Los miembros experimentados están siempre dispuestos a guiar a los nuevos integrantes, asegurando que todos tengan la oportunidad de aprender y disfrutar. En palabras de uno de los jóvenes, “hago que ellos también intenten meterse en la cultura y hagan amigos”.
A medida que el grupo continúa creciendo, su legado de pasión por la danza y la cultura se mantiene vivo, inspirando a las nuevas generaciones a abrazar sus tradiciones y compartir su amor por el arte. Caña Dulce se erige, así como un faro de comunidad y aprendizaje, donde cada paso de danza es un homenaje a la riqueza cultural que nos une.