Este 12 de octubre, el Estadio Doce de Octubre se vistió de gala para celebrar 64 años de historia, emoción y una inquebrantable pasión por el fútbol. Desde su inauguración en 1960, este emblemático recinto ha sido el corazón palpitante de Tuluá, donde los sueños y anhelos de generaciones se han entrelazado en cada partido.

La historia del estadio comenzó en 1958, cuando la administración municipal de la época, gracias a un canje de terrenos con la señora María Victoria Victoria del barrio El Príncipe, hizo posible la construcción de este maravilloso espacio. Decidir ubicar el estadio allí no fue casualidad; se buscaba crear un punto de encuentro donde la comunidad pudiera reunirse, vibrar y celebrar en torno a su pasión: el fútbol.

La inauguración del estadio coincidió con los Primeros Juegos Departamentales del Valle, un evento que marcó un hito y que, desde aquel entonces, transformó al Doce de Octubre en un símbolo de unidad y alegría. Durante más de seis décadas, sus gradas han sido testigos de los triunfos y desvelos de un pueblo que, con cada gol, ha encontrado razones para soñar.

El homenaje realizado por el comité organizador fue un emotivo recordatorio de lo que este lugar representa. A medida que los asistentes compartían anécdotas de partidos memorables, risas y lágrimas se entrelazaban en el aire, evocando esos momentos mágicos en los que la hinchada coreaba con fervor, dejando huella en el alma del estadio.

La figura del hincha, ese ferviente seguidor que ha estado ahí en los buenos y malos momentos, fue el verdadero protagonista de la celebración. Cada aplauso, cada grito de aliento resonó con fuerza, recordando que el Estadio Doce de Octubre no es solo un lugar físico; es un hogar donde los sueños cobran vida y las memorias se convierten en leyenda.

Hoy, a sus 64 años, el Doce de Octubre sigue siendo un faro de esperanza y comunidad, un escenario donde las emociones se desbordan y la pasión por el fútbol se siente en cada rincón. La celebración no solo fue un homenaje al pasado, sino una invitación a seguir escribiendo nuevas páginas en esta historia de amor por el deporte, donde el corazón de Tuluá sigue latiendo con fuerza.

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